Nuria nos habla de su experiencia como voluntaria.
La semana pasada y sin apenas presionar, conseguimos que Nuria García, que está en su segundo curso como voluntaria en el Arca, nos contara en unas líneas su experiencia.
Leer cómo redacta ha sido otro gran descubrimiento (entre los muchos a los que nos tiene acostumbradas). Os pasamos el resultado para que podáis valorarlo.
Me llamo Nuria y hace un año y medio que tuve la suerte de entrar a formar parte del Arca como voluntaria. La ocasión me vino a través de mi trabajo y como hacía meses que me rondaba por la cabeza la idea de comenzar un voluntariado, decidí acercarme al barrio de Nazaret y conocer la Asociación.
Necesitaba encontrar una organización y un proyecto que me convenciese y que respondiese a mis expectativas o de lo contrario, sabía que corría el riesgo de con el tiempo, desmotivarme y abandonar. ¿Por qué ser voluntaria? Bueno, en mi vida me ha tocado vivir situaciones difíciles en las que he comprendido lo importante de tener gente a tu lado que te ayude a superar las dificultades.
Mi razón es mi voluntad de dedicar una parte de mi vida a las personas que pueden necesitar también ayuda o apoyo para poder afrontar sus problemas, sean cual sean.
En la primera toma de contacto con el Arca para informarme sobre la organización y sus proyectos, no pude llevarme mejor impresión. Los trabajadores me parecieron serios y profesionales pero a la vez cercanos y accesibles. Se puede decir que desde el primer día me sentí cómoda, como en familia. Hubo lo que se dice…buen feeling. Por otro lado, entendí que se trata de una organización que vive la realidad desde las mismas entrañas del barrio, en contacto directo con los niños y sus familias, entendiendo sus necesidades y compartiendo el día a día con ellos. Y me pareció algo tan real y tan palpable, que no dudé.
Ha pasado un año y medio y durante este tiempo, el equipo del Arca se ha preocupado en formarme y dedicarme el tiempo necesario, algo que les agradezco enormemente. En este tiempo también he ido conociendo a la gente del barrio, y más estrechamente, al grupo de niños y niñas del proyecto en el que participo y que se han convertido en mi máxima motivación. Cada día que paso con ellos, hay un gesto, una frase, una actitud ante la vida de esos niños que me abre los ojos y me va dejando huella. No voy a negar que algunos momentos también puedan ser difíciles y frustrantes pero el sentimiento que queda por encima de todo es, con diferencia, positivo. Por una parte, porque sigues tus principios, luchas por lo que crees que es justo y conoces y comprendes distintas perspectivas de otras personas que sufren la desigualdad. Y por otra, porque vives el desafío de aprender y hacer cosas nuevas que hacen que valores más lo que realmente importa, que ayudan a comprender que a menudo nuestros problemas no son tales, y no merecen toda la atención que les damos. Cada tarde en el Arca vuelvo a casa habiendo aprendido una lección nueva y siendo más consciente de muchas cosas.
Mi recomendación para aquellas personas que estén pensando en ser voluntarios, es que den el paso. Hay una gran cantidad de asociaciones necesitadas de voluntarios y la experiencia merece la pena.
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